- Es un monstruo ¿Pero quien no querría uno? Tiene velocidad y potencia, además es un cuatro por cuatro
Con el Nissan GT-R 2013 hay un claro consenso: es una maravilla. Y es que este vehículo, comparado con famosos “supercarros” como el Porsche 911 Turbo S o el Shelby Mustand GT500, no se queda atrás. Y es que este auto es un monstruo, considerando su origen podríamos llamarlo “Godzilla”.
Durante un año la prestigios publicación Motor Trend sometió a su GT-R prestado a toda clase de pruebas y el veredicto de todos sus “probadores” es que es un carro para el panteón de los mejores de su clase en la historia.
Por un precio entre 97.820 dólares y 107.600 dólares, o más, si quiere más lujos, obtienes 545 caballos de fuerza y 463 libras por pie de torque. Alcanza los 100 kmph en 2.8 segundos y claro, supera los 320 kilómetros por hora de velocidad total.
Hay pocos coches que alcancen la categoría de mito, pero estamos ante uno de ellos. Hablamos del Nissan GT-R, un superdeportivo llegado desde Japón que no tiene nada que envidiar a sus rivales… Y por un precio mucho menor que cualquiera de ellos. ¿Qué se siente al volante de este “samurái”? Sigue leyendo si quieres descubrirlo.
No obstante, al GT-R hay que quererlo tal y como es, porque tiene ciertas características “made in Japan” que no se parecen en nada a lo que aquí entendemos como superdeportivo. Su estética es mucho más abrupta, por llamarla de alguna manera, que las refinadas líneas elegidas por Porsche, Audi, Ferrari o quien se nos ocurra. También varía el concepto del sonido del motor. Ni mejor ni peor, simplemente diferente.
Nissan GT-R: motor V6 de 3,8 litros y 550 CV
La gente se queda mirando anonadada a tu paso, desde otros coches te incitan a salir “armando escándalo” en los semáforos, en las puertas de los institutos no cabe un alfiler cuando lo escuchan… sí, estamos ante uno de esos pocos vehículos que alcanzan la categoría de “especiales”. Hablamos del Nissan GT-R, un superdeportivo a la japonesa que ofrece todo lo que pueda darnos cualquiera de sus rivales por un precio mucho más contenido.
Con el Nissan GT-R 2013 hay un claro consenso: es una maravilla. Y es que este vehículo, comparado con famosos “supercarros” como el Porsche 911 Turbo S o el Shelby Mustand GT500, no se queda atrás. Y es que este auto es un monstruo, considerando su origen podríamos llamarlo “Godzilla”.
Durante un año la prestigios publicación Motor Trend sometió a su GT-R prestado a toda clase de pruebas y el veredicto de todos sus “probadores” es que es un carro para el panteón de los mejores de su clase en la historia.
Por un precio entre 97.820 dólares y 107.600 dólares, o más, si quiere más lujos, obtienes 545 caballos de fuerza y 463 libras por pie de torque. Alcanza los 100 kmph en 2.8 segundos y claro, supera los 320 kilómetros por hora de velocidad total.
Hay pocos coches que alcancen la categoría de mito, pero estamos ante uno de ellos. Hablamos del Nissan GT-R, un superdeportivo llegado desde Japón que no tiene nada que envidiar a sus rivales… Y por un precio mucho menor que cualquiera de ellos. ¿Qué se siente al volante de este “samurái”? Sigue leyendo si quieres descubrirlo.
No obstante, al GT-R hay que quererlo tal y como es, porque tiene ciertas características “made in Japan” que no se parecen en nada a lo que aquí entendemos como superdeportivo. Su estética es mucho más abrupta, por llamarla de alguna manera, que las refinadas líneas elegidas por Porsche, Audi, Ferrari o quien se nos ocurra. También varía el concepto del sonido del motor. Ni mejor ni peor, simplemente diferente.
Nissan GT-R: motor V6 de 3,8 litros y 550 CV
La gente se queda mirando anonadada a tu paso, desde otros coches te incitan a salir “armando escándalo” en los semáforos, en las puertas de los institutos no cabe un alfiler cuando lo escuchan… sí, estamos ante uno de esos pocos vehículos que alcanzan la categoría de “especiales”. Hablamos del Nissan GT-R, un superdeportivo a la japonesa que ofrece todo lo que pueda darnos cualquiera de sus rivales por un precio mucho más contenido.
Diseño
Datos de rendimiento y sensaciones aparte -ahora vamos con ello-, tengo que remarcar que una de mis principales dudas con el Nissan GT-R quedó resuelta en mis primeros kilómetros de convivencia con él. Si coges la ficha técnica, está claro que hablamos de un auténtico cochazo. Pero no es, al menos en nuestro país, tan conocido como sus rivales. ¿Sería capaz de llamar la atención como unAudi R8 o un Porsche 911 Turbo?
La respuesta es sí. Rotundamente, además. No es nada fácil ver por la calle un Nissan GT-R. Puede que no tenga un logotipo en el capó con tanta fama como otros o que su precio sea mucho menor (en las más altas esferas, esto puede ser un problema… cosas de ricos), pero lo cierto es que este cochees exclusivo y se nota.
Motor
Nissan GT-R: un motor de carreras
La nueva versión del Nissan GT-R cuenta con un motor mejorado respecto al anterior. El V6 biturbo de 3,8 litros que incorpora desarrolla ahora 550 CV, con un par máximo de 632 Nm. Esto se traduce en unas cifras de escándalo, ya que estamos hablando de una aceleración de 0 a 100 km/h en tan solo 2,7 segundos, mientras que la velocidad punta queda fijada en 315 km/h. Los datos alcanzan más mérito si cabe cuando sabemos además que el peso del conjunto es de 1.815 kg.
Los números que os acabo de dar… más o menos los conoceríais, son teoría. Pero donde realmente se siente lo “brutal” que puede llegar a ser el Nissan GT-R es en el asiento del conductor. Y ahí, os aseguro que cada vez que provoquéis toda su potencia con vuestro pie derecho, una sonrisa nerviosa aparecerá en vuestro rostro. Sinceramente, no sé si conseguí en algún momento la aceleración que indica la ficha técnica del coche, pero sí os puedo decir que hay pocos modelos en el mundo que aceleren como lo hace éste. No da tiempo a ver subir la velocidad, cuando te das cuenta tienes que cortar porque se acaba la recta, aunque estés en un circuito.
Asociada a este motor de 550 CV encontramos una caja de cambios automática de seis relaciones. Las marchas pueden activarse con unas levas ancladas tras el volante; esto significa que no acompañan el giro del mismo, lo que puede suponer un problema en algún momento dado, ya que la longitud de dichas levas, especialmente por debajo, no abarca todo el posible movimiento de nuestras manos.
El rendimiento de la transmisión es quizás el punto más flojo del Nissan GT-R en el apartado mecánico, ya que es algo lenta. Subiendo relaciones no tendremos ningún problema, pero las reducciones no son todo lo precisas que deberían y, además, no permite bajar más de una marcha de forma rápida. En este detalle, tan importante a la hora de realizar una conducción deportiva, cajas de cambios como laPDK de Porsche están varios cuerpos por delante.
No apto para todos los bolsillos
Además de todos estos datos, que sinceramente no son muy útiles para el día a día, podemos confirmar que el Nissan GT-R también puede ser un coche utilizado en nuestra vida cotidiana. Con el modo “Save” activado -que reduce ostensiblemente la potencia del motor-, el gasto de combustible disminuye hasta unos límites más o menos razonables, teniendo en cuenta el propulsor del que hablamos. Llegamos a hacer durante los días que lo tuvimos una media de 13,7 l/100 km (homologa en ciclo mixto 11,8 l/100 km). A esto ayuda el enorme par máximo del “corazón” del GT-R, que puede circular en sexta marcha a 60 km/h sin despeinarse. Obviamente, la cifra de consumo se dispara hasta límites insospechados si extraemos cada CV de la mecánica nipona.
Vida a bordo del Nissan GT-R
La primera sensación cuando te acomodas en el Nissan GT-R es que la posición de conducción no es tan baja como en la de otros superdeportivos. Vamos, que te puedes sentar en él y no “dejarte caer”… Bromas aparte, enseguida te das cuenta del buen trabajo de Nissan en lo que a confort y sujeción de los asientos, firmados por Recaro, se refiere. Hagas lo que hagas con el GT-R, no sentirás ningún “achaque” por el paso de los kilómetros, ni te moverás más de la cuenta cuando el coche sí lo haga.
Desde el puesto de conducción nos damos cuenta de las dimensiones del Nissan GT-R. Si por fuera ya nos parece ancho, desde dentro esta sensación crece bastante. Cuesta acostumbrarse a llevar un coche del que ni siquiera intuimos su final. Además, el radio de giro de la dirección a la hora de hacer maniobras es bastante limitado, con lo que en sitios estrechos podemos tener más de un problema.
La parte trasera, como sucede en la mayoría de estos superdeportivos, cuenta con dos plazas que son poco aprovechables. Personas de más de 1,65 m de altura sufrirán para meterse en esta zona. Sin embargo conviene elogiar el maletero, cuyos 315 litros de capacidad son más que aprovechables… si somos capaces de salvar la gran altura que existe desde el suelo hasta que logramos llegar a la boca del mismo.
Todo lo necesario y más
Justo a la derecha del volante vemos una pantalla táctil que nos ofrece datos acerca del coche. Además del navegador y la radio, desde allí podremos consultar la aceleración, frenadas, fuerzas G laterales… y siempre en tiempo real. Se trata de una información muy completa que puede llegar a distraer de la conducción en ciertos momentos, porque la verdad es que “engancha” ver cómo se van formando gráficas de rendimiento mientras estamos al volante. Se echa en falta en este sentido unHead-Up Display para no apartar la vista de la carretera.
Bajo la pantalla táctil tenemos algunos controles de la misma, así como el climatizador y los selectores de modos de conducción. Podemos variar la entrega de potencia, la dureza de la suspensión y el grado de control de estabilidad. Todo es claro e intuitivo, aunque se encuentra situado sobre un plástico que imita la fibra de carbono; desentona con la estética interior del coche. Si bien el GT-R por dentro no es espectacular, sí que se aprecian detalles de calidad a pesar de su sobriedad, que quedan un poco “rotos” por el mencionado plástico de la consola central.
Los ocupantes de las plazas traseras podrán disfrutar de dos altavoces (de los 11 que tiene el GT-R) situados entre los asientos y firmados por Bose. Sinceramente, no creo que el propietario de este coche escuche mucha música: el sonido del motor, que se cuela libremente en un habitáculo no muy insonorizado, es adictivo. Que nadie espere el típico rugido bronco de un deportivo de estas características; es más bien un fino silbido donde los soplidos y aspiraciones del turbo están muy marcados.
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